Los restos de alfarería y de piedras talladas nos dicen que la
llanura pampeana ha sido el escenario de un proceso cultural cuyos protagonistas
fueron, durante muchísimos años, los aborígenes.
Mucho tiempo antes de que el trigo llegara a dorar la pampa y el ganado
pastara en los campos, el hombre, por entonces cazador nómada, transitaba
estos terrenos enfrentando con sus primitivos recursos a la dura naturaleza.
Las investigaciones sobre el hombre antiguo y la arqueología en la región
comenzaron hace más de un siglo con la obra de Florentino Ameghino, si
bien ha sido muy dificil lograr conclusiones inobjetables, sus estudios
e investigaciones y los de quienes le siguieron permiten afirmar que el
hombre pampeano llegó a coexistir con los grandes mamíferos del final
del pleistoceno cuando estos estaban a punto de desaparecer hace varios
miles de años, y a los cuales cazaba para procurarse su alimentación.
Teniendo en cuenta que el pleistoceno culminó hace unos 10.000 años, con
la última glaciación, nos es posible establecer que ya desde entonces
hubo seres humanos habitando en esta zona.
Con la culminación del pleistoceno y el subsiguiente comienzo del holoceno
se produjo un cambio general del clima y del paisaje, los grandes mamiferos
(toxodontes, gliptodontes y megaterios) se extinguieron y las pampas se
transformaron en el paisaje por el que transitarían la fauna y el hombre
actuales.
¿Qué ocurrió con los aborígenes cazadores en este nuevo panorama? ¿Permanecieron
en la región pampeana tratando de adaptarse a este cambio o buscaron otros
lugares en los que obtener su comida? Cabe suponer que en tanto hubiera
con qué alimentarse no habría razón para moverse de la región, el hombre
de aquella época dependía para su sustento del alimento que lograba, básicamente,
por medio de la caza, cuando los grandes mamíferos se extinguieron su
búsqueda se orientó hacia el guanaco del cual obtenían carne para su dieta
y cuero para vestir y construir sus viviendas.
Los humanos vivirían entonces en aquellos lugares más aptos para obtener
su alimento, en particular en los que habitaba el guanaco, en la llanura
pampeana estos sitios bien pudieron ser las zonas serranas de Tandilia
y Ventania, de hecho, hemos mencionado antes que en los 'picaderos', entre
los médanos de la costa atlántica, se encuentran numerosas piezas de cuarcita,
este material no es propio de las zonas costeras pero abunda en las sierras,
lo que sugiere que quienes habitaban entre los médanos lo traían de aquella
región.
Toda la parte central y meridional de la provincia de Buenos Aires presenta
sitios de interés arqueológico, muchos de ellos localizados a campo abierto:
allí donde el ganado deja sus huellas, donde el viento barre el terreno
y en las tranqueras de los campos, suelen aparecer instrumentos fabricados
por los indígenas, también se los puede encontrar en aquellos lugares
en los que hubo buena caza y agua potable tales como lagunas y orillas
de ríos y arroyos. En ocasiones, en la región papera, en los lugares en
que la cosecha de papa se realiza a mano, los 'maleteros' (tal es el nombre
que se da a los encargados de esta dura tarea) suelen encontrar piedras
de forma aproximadamente esférica con un canal en su perímetro: son restos
de boleadoras arrojadas por los pampas en sus cacerías.
Desde el punto de vista del atractivo que presenta un sitio para habitar
en el, la parte de la costa tiene el ingrediente adicional, especialmente
en épocas de calor, de ser una zona bien ventilada lo que permitía a hombres
y animales escapar de las plagas de insectos picadores (los antiguos viajeros
aluden a 'la sabandija', haciendo referencia a mosquitos, jejenes y tábanos,
se dice que era tan gresiva que los animales sedientos debían refigiarse
en la parte alta de los médanos, donde corría la brisa, sin poder acercarse
a beber el agua de las lagunas).
Sin embargo no es posible establecer con certeza si los aborigenes residían
permanentemente en la costa o si estas zonas eran lugares de paso o zonas
de cacería, la escaséz de restos de alfarería sugiere la posibilidad de
estas últimas alternativas. Si bien en la zona abundan los restos fósiles
y el material arqueológico, la información que han brindado es escasa,
en parte porque no existe un acuerdo respecto de los niveles estratigráficos
lo que no permite tener certeza acerca de la antigüedad de las muestras.
Podemos asumir que, en terminos generales y en tanto no ocurriera algún
cambio drástico, la vida del aborigen pampeano se mantuvo mas o menos
invariable y durante muchos años continuaría siendo un nómade cazador.