Titulo Historia de Miramar

Luego de la conquista

Mapa
Fragmento de uno de los últimos mapas
jesuíticos en el que se observa la localiza-
ción de la reducción de Nuestra Señora
del Pilar[1]

En el año 1536, el primer adelantado Don Pedro de Mendoza fundó por primera vez la ciudad de Buenos Aires, en ese momento comenzó un cambio dramático que alteraría para siempre las vidas de los aborigenes pampeanos.
Cinco años más tarde, empujados por los indios, los españoles debieron abandonar Buenos Aires, el ganado que habían traído quedó en libertad y comenzó a reproducirse de manera prodigiosa en estado salvaje dando lugar a enormes cantidades de ganado cimarrón, tal vez esto podría paracer un dato trivial pero fué uno de los factores que más influyeron en la historia posterior de la pampa y sus habitantes.
La expansi�n de la hacienda cimarrona hacia la segunda mitad del siglo XVI hizo que la reg�on central de la provincia de Buenos Aires presentara para los abor�genes un atractivo que hasta entonces no pose�a, adem�s de ello, la adquisici�n del caballo como medio de transporte a partir del principio del siglo XVII hizo que estos pueblos que de hecho eran n�mades pudieran moverse con mayor rapidez y a mayores distancias. El contacto y el mestizaje entre los diversos grupos y entre estos y los espa�oles se hizo habitual y a partir del siglo XVIII se agregaron a este panorama grupos de araucanos que llegaban desde Chile atraidos por el ganado vacuno que abundaba en la zona.
El indio pampa era un cazador n�made que habitaba all� en donde lo hac�an sus presas, su patria llegaba desde la zona del R�o Colorado y el R�o Negro, en la Patagonia, hasta las regiones serranas de la actual Provincia de Buenos Aires, de manera que no tiene demasiado sentido intentar referirnos a la historia del indio que habitaba la zona de la costa porque no lo hubo, y en todo caso, estuvo de paso como lo estaba en casi todos los sitios de la llanura pampeana.
La historia del habitante de esta regi�n, hasta tanto se consolid� la colonizaci�n, fu� la de los habitantes de toda la pampa, una secuencia de expediciones punitivas por parte de los conquistadores con el fin de someter al indio y de malones por parte del aborigen, ya sea intentando rechazar al invasor, ya sea buscando ganado para alimentarse o para comerciar.
Podr�a considerarse que hasta mediados del siglo XVIII hubo en la pampa una cierta tolerancia reciproca, en principio porque los intereses de ambas partes respecto de la hacienda eran diferentes: los espa�oles cazaban vacunos y los indios caballos y yeguas, por otra parte el recurso parec�a inagotable y adem�s hab�a un trueque muy activo entre las partes del cual los indios obten�an, entre otras cosas, yerba, tabaco y alcohol a cambio del ganado vacuno que capturaban. Sin embargo, a partir de ese momento, la situaci�n cambiar�a. La hacienda cimarrona comenzaba a escasear (en parte como consecuencia de una prolongada sequ�a en las dos primeras d�cadas del siglo) y los indios empezaron a incursionar en las primeras estancias coloniales en busca de ganado. Los espa�oles, por su parte, buscando mas terrenos d�nde asentarse, rebasaron la l�nea del Salado, l�mite natural entre el territorio espa�ol y el ind�gena.
El final de esta historia es bastante conocido, a riesgo de ser excesivamente simplistas diremos que una de las consecuencias de la guerra que se inici� a partir de esta �poca fu� el completo exterminio de los indios de las pampas. Entrar en detalles acerca de estos hechos ser�a tremendamente extenso y nos alejar�a de nuestro tema principal, por lo tanto solo haremos referencia a algunos datos puntuales relacionados con la zona de Miramar y sus alrededores.
Ya fines del siglo XVI salieron de Buenos Aires las primeras expediciones punitivas. Por ese entonces Garay encabez� una que llegar�a hasta Cabo Corrientes y posteriormente Hernandarias llegar�a hasta el R�o de los Sauces en la Sierra de la Ventana
Hacia mediados del siglo XVIII se establecieron en la Provincia tres misiones jesu�ticas destinadas a reducir a los abor�genes a una vida sedentaria, cristiana y civilizada. Una de estas misiones, Nuestra Se�ora del Pilar, f�e fundada en 1746 en las proximidades de la Sierra de Vulcan, m�s precisamente en la Laguna de los Padres, por los sacerdotes Strobel, Cardiel y Falkner y estaba destinada a albergar a pampas serranos o puelches. Su labor se extendi� hasta el a�o 1751, momento en que debi� ser abandonada ante la amenaza de un ataque del cacique Cangapol. La localizaci�n de esta misi�n, pr�xima a la Ciudad de Mar del Plata (los edificios que la formaban a�n pueden ser visitados)la convierte en el primer asentamiento del hombre blanco que se registra en la zona.
En 1823 se fund� el Fuerte Independencia en Tandil, marcando hasta d�nde se extend�a la frontera en ese entonces. M�s tarde, Bahia Blanca y Carmen de Patagones llevar�an este l�mite m�s al sur.